Mientras esperábamos el locro, me puse a hablar con un compañero que no conocía. Vino va, empanada viene, hablamos de la vida, de la militancia, de la ciudad que Mauricio Macri está destruyendo, y del futuro. Así, descubrimos que cada uno viene de experiencias diferentes pero tenemos las mismas expectativas hacia adelante: no regalarle la ciudad a la derecha, no negociar los espacios públicos, recuperar el peronismo disperso de la ciudad de Buenos Aires.
Pensamos, sentimos y creemos que hay que discutir todo, criticar, analizar, proponer soluciones, soñar, ejercer nuestra ciudadanía para profundizar la democracia, en cada barrio, cada comuna. Hay cosas que no se están haciendo bien. Se ha hecho la vista gorda en la Legislatura porteña, hubo acuerdos espurios entre los bloques, favoreciendo los negocios de unos pocos y la crisis de una ciudad expulsiva, injusta, cruel. Pero la gente no come vidrio, el pueblo quiere saber de qué se trata y sabe cómo se hace. Hay temas de los que nadie habla. Hay silencios dolorosos.
Miles de porteños y porteñas que acompañan el Proyecto nacional iniciado en 2003, queremos poner en marcha la recuperación de la política siendo protagonistas, junto a compañeros de otras ideas que no se sienten representados en sus partidos: peronistas, socialistas, radicales, progresistas, sueltos e independientes, todos queremos disputarle la hegemonía al proyecto neoliberal del PRO y tenemos voz y decisión para lograrlo.
Cuando llegó el locro, paramos la conversa para hacerle honor al día de la Independencia y darle batalla al frío. Ya habíamos encontrado algunas razones para seguir la naciente militancia compartida.
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